Durante el 2006 y el 2010 y dentro del marco del V Censo de habitantes de la calle de Bogotá se documentarón las relaciones que se establecian entre los sujetos habitantes de la calle y su entorno a través de la fotografía, de esta manera:
- Se establecio una tipología de la residencia callejera.
- Se registraron aspectos que caracterizan y determinan el ser habitante de la calle, inespecíficamente para establecer un análisis de categorías de la residencia callejera.
- Se mostrarón los diversos modos de apropiación de las estructuras y espacios físicos del ámbito de lo público de la ciudad de Bogotá por parte de los habitantes de calle.
- Se expusierón la manera en que el espacio físico de la ciudad responde a las necesidades individuales de los habitantes de la calle.
- Se documentarón las relaciones que se establecen entre los sujetos habitantes de la calle y su entorno.
Residencia callejera
Habitar activa una serie de relaciones que determinan y condicionan el espacio físico, lo que lo convierte en habituado, y en tanto habituado, determina formas de actuar y experimentar el mundo.
Habitar conlleva dinámica, construcción incesante no planeada. “Los lugares ya no se interpretan como recipientes existenciales permanentes, sino que son entendidos como intensos focos de acontecimientos”, como señala Josep María Montaner. Construir la vida es en sí mismo habitar. “No habitamos porque hemos construido, sino que construimos y hemos construido en la medida en que hemos habitado”, según Martin Heidegger, el filósofo del tiempo, del lugar y la finitud.
Para el habitante de la calle, el habitar consiste en localizar unos usos sociales en lugares en los que el ciudadano común se abstendría de hacerlo acosado por el pudor y la vergüenza. Se trata de lugares vivenciados, en donde se ha establecido una relación de identidad y de pertenencia, lo que se opone a la calle del transeúnte, quien la experimenta como simple lugar de paso, de circulación enajenada, un no lugar, en palabras de Marc Augé.
La ciudad refleja y habla de la presencia de una identidad callejera. El habitante de la calle refleja los deterioros de la sociedad urbana. En la indumentaria, en la mayoría de los casos pincelada por el gris asfalto, en su residencia, estructurada por el producto del reciclaje, en su estado anímico, inestable e inconstante.
La ciudad se transforma en función del habitante de la calle, pero él refleja y procesa de maneras imprevisibles lo que ésta le ofrece.
Ciudad invisible
La ciudad invisible hace referencia a esa ciudad que desconocemos y cuyas dinámicas se oculta bajo el velo de la noche, esos lugares de la ciudad no destinados para la conformación de una vivienda, los no lugares (Augé M.1993), cuyas condiciones para la mayoría de nosotros no alcanzaría siquiera la categoría de hogar.
Aquí la ciudad invisible (Canclini G.1997), es esa ciudad que aun no habíamos experimentado físicamente, esa ciudad imaginada, conocida solamente a partir de un mapa cartográfico o de unos cuantos relatos e indicaciones.
En esta ciudad la idea de hogar o de vivienda como espacio físico, se disipa y atiende mas a la idea de hogar como espacio de “expresión de nuestro vivir y de nuestro ser” (Andolfi M. 1991:81), la cual deja de ser una necesidad primaria y pasa a un segundo, tercer o hasta ultimo plano.
En esta ciudad el equipo de aplicación tuvo que jugar con otras lógicas para lograr la identificación de los sitios que serian propicios por parte del ciudadano habitante de la calle para su permanencia, para la habitabilidad, un puente, un túnel de desagüe pueden convertirse para el en la mejor opción para construir estratégicamente ese espacio al que se le llama hogar.
Siempre que se habla de espacio publico, se hace referencia a los espacios de encuentro, para el dialogo o de espacios de circulación que hacen y optimizan la movilización de un punto de la ciudad a otro, pero rara vez se habla de esos espacios que se encuentran entre ambos.
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